domingo, 29 de septiembre de 2013

Cosas que pueden pasar en una sala de urgencias

Muy buenassss ¡¡¡Ya estoy de vuelta!!!!

¡¡Madre mía!! ¡¡¡Cuánto tiempo sin pasar por aquí!!! Perdonad que os tenga algo abandonadas, pero es que conforme va creciendo mi hijo me cuesta cada día más sacar algo de tiempo, y entre eso y el trabajo, pues que no veo el momento de sentarme en el sofá, conectarme un rato y actualizar el blog.


Y vosotras ¿cómo estáis? ¿qué tal habéis pasado el verano? ¿alguna novedad? Yo he disfrutado un montón de mi peque sobre todo en las vacaciones. ¡Tenía ya unas ganas de no separarme ni un momento de él! También nos lo hemos pasado genial en la playa. Le encanta bañarse y jugar con la arena. Ah! Y hemos celebrado su segundo cumpleaños!! Qué rápido pasa el tiempo, ¿verdad?

Bueno, pues a lo que iba, me gustaría compartir con vosotras algo que me sucedió hace algo más de un mes cuando tuve que ir a urgencias del Hospital de mi ciudad. Eran algo más de las tres de la tarde de mediados de agosto cuando dejé al papi con mi hijo echando la siesta. Al llegar a la sala de urgencias no había nada más que un chico joven con un bebé de unos 3 meses más o menos. El bebé no paraba de llorar y mover sus bracitos en su silla de coche (huevo) y el papá lo mecía de vez en cuando pero sin conseguir calmarlo. He de decir que soy una llorona compulsiva y no puedo ir llorar a un niño y mucho menos a un bebé. Así que, cuando ya habían pasado algo más de 5 minutos no puede evitar abrir la boca para preguntarle qué le pasaba. El recién papá me dijo que eran gases y que no había manera de hacerlo callar desde hace un rato. Con los llantos casi no le oía así que me levanté del asiento y me acerqué un poco para decirle que tal vez si lo cogía se calmaría. Y así lo hizo pero no resultó, por lo que intenté explicarle cómo cogía yo a mi bebé por si le funcionaba a él. Le conté que yo me lo ponía tumbado boca abajo sobre mi antebrazo mientras le paseaba por toda la casa. El problema vino cuando el chico no entendió mis explicaciones y le pregunté si me dejaba coger en brazos a su hijo y le mostraba directamente cómo hacerlo. Casi sin darme cuenta ya tenía a su hermoso bebé de unos meses en mis brazos. Y como era de esperar, mis ojos se nublaron al instante y me vino ese sentimiento de ternura y de ganas de abrazarlo y hacerle feliz (seguro que sabéis a qué me refiero). En ese mismo momento abrieron la puerta de la sala y vi como una chica se acercaba a mí mirándome fijamente con cara de pocos amigos. Yo, hecha un mar de lágrimas y con las emociones a flor de piel, no me estaba dando cuenta de lo que estaba pasando. Sin mediar palabra ella se llevó al bebé de mis brazos y me dio la espalda. Tuvieron que pasar unos segundos para darme cuenta de que esa chica era su mamá. Ya poco importaron mis intentos y los de su pareja por explicarle lo sucedido. Y entre llantos de bebé, se fue de la sala y no volvió.

Anda que no le di vueltas al tema! Pensaba, pero ¿quien me manda a mi meterme donde no me llaman? ¿qué habrá pensado ella al verme a mi llorando con su bebé en brazos? Pero por otro lado, ¿qué le hubiese costado escucharme un momentito? ¿era necesario que fuese tan borde?

Y vosotras ¿qué hubieseis hecho en mi lugar?



Foto: Okoa Fotografía


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...